La condición indeterminada del ser humano
- Laura Espinal
- 1 jun 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 9 jun
Consideraciones a partir del ensayo Pantalla total de Jean Baudrillard

Las reflexiones que componen el cuerpo de la Antropología Filosófica como disciplina que se pregunta por el hombre en su condición fundamental presentan dificultades señaladas cuidadosamente por los diferentes pensadores que han estudiado la materia. En resumen, estas dificultades pueden enmarcarse, por un lado, en la pregunta por su posibilidad, metodología y posición en los saberes de rigor, y por otro, en la estructuración de su propio contenido. Así pues, la reflexión de la Antropología Filosófica puede desarrollarse tanto en torno a su problematización, como a su discurso.
Estas dificultades han suscitado diferentes posturas con relación a su estudio. La Filosofía de la Antigüedad, por ejemplo, ocupó principalmente su ejercicio del pensamiento en la determinación del lugar del hombre en el cosmos y la comprensión de este como reflejo de dicha organización. En cuanto a la Filosofía Medieval, podemos observar la preocupación por el problema del hombre en relación con el ámbito teológico. La disección de su aparente unidad cuerpo y alma constituyó el marco de reflexión en torno a su naturaleza. Por su parte, la Filosofía Moderna se constituye en la historia del pensamiento como la protagonista de esta materia al plantear el conocido giro antropológico. El hombre, así, se posicionaría como la medida de todas las cosas conocidas. Finalmente, el escepticismo de la Filosofía Posmoderna y Contemporánea se suma a este recorrido histórico en torno al problema hombre. Muchas de sus teorías se enmarcarán en la preferencia por el estudio de este en relación con su medio social.
El filósofo francés Jean Baudrillard alimentó notablemente la reflexión en torno al ser humano, trayendo a la conversación la importante preocupación por el sujeto en relación con el consumo, la técnica y la virtualidad. Así pues, apoyados en su ensayo Pantalla total sostendremos en el presente texto que el hombre es el espacio indeterminado donde se proyectan los simulacros de realidad. Para hacer esta afirmación, hemos de estudiar las nociones de indeterminación y simulacro de realidad que se puede distinguir en su obra filosófica.
Para entender a qué se refiere Baudrillard al hablar de lo indeterminado en su filosofía debemos aproximarnos al concepto de interactividad. Esta define el criterio que vincula la realidad con el mundo virtual emanado de la técnica, el vínculo de acción que hace difusa la separación entre el mundo real y el mundo tecnológico. Lo indeterminado, paralelamente, sirve para describir el estado de confusión que nos invade para referirnos a los antiguos conceptos que nos eran útiles para nominar y definir la realidad. Así, la distancia entre sexos, entre polos opuestos, entre sujeto y objeto, y entre escenario y público —por citar algunos— ha sido decididamente [1] abolida. Las implicaciones de este borramiento hacen que sea imposible formular juicios de valor en temas de política, ética y arte.
Por otro lado, los simulacros de realidad a los que constantemente se remite Baudrillard en su obra obedecen a los escenarios concretos e imaginarios que creamos combinando diferentes elementos del código que hace referencia a la “realidad" [2]. Estas imágenes o simulacros pueden ubicarse en diferentes fases, según su naturaleza: 1. reflejar una realidad profunda, 2. desnaturalizar una realidad profunda, 3. Enmascarar una ausencia de realidad profunda ó 4. no tener nada que ver con ningún tipo de realidad: ser su propio simulacro [3]. En cualquiera de las fases, estas combinaciones de elementos (reales o simulados) posibilitan el nacimiento indefinido de nuevos modelos como formas.
Continuando la exposición de argumentos que nos llevan a pensar al sujeto como un espacio indeterminado donde se proyectan diferentes simulacros de realidad, queremos señalar la cuarta caracterización de lo humano que identifica Miguel Ángel Ruiz en su artículo La Naturaleza social del hombre [4]. De todas las mencionadas por el autor, a saber, la religiosa, la cómica, la lúdica y la prostética, nos interesa para esta reflexión, la última. A propósito de esta vinculación del hombre con la técnica a modo de prótesis, Baudrillard señalará:
“El ordenador es, en cambio, una verdadera prótesis. Yo mantengo con él una relación no sólo interactiva, sino también táctil e intersensorial. Yo me convierto en un ectoplasma de la pantalla.”[5]
En este marco, la reflexión sobre la definición del sujeto supone una exploración directa de las tecnologías como prótesis que impactan la experiencia cotidiana y la percepción de nuestra propia identidad. El vínculo entre lo humano y la técnica se revela como un espacio de tensión constante, donde lo real y lo virtual se entrelazan de forma difusa suponiendo nuevos retos. Así, la identidad humana y con ella, la alteridad necesaria para la vinculación con los otros se ha vuelto un proyecto de difícil envergadura. Saber qué nos constituye como sujetos supone unas dificultades en el contexto actual del desarrollo técnico que van por doble vía.
En primer lugar, la relación de implicación con las máquinas hace que nos definamos en y a través de ellas, haciendo que nuestra humanidad se desarrolle como un continuo performance de la imagen proyectada en el espacio virtual. Su naturaleza ilimitada (se ofrece al usuario la posibilidad de convertirse en lo que quiera ser) e indeterminada (la aprehensión de una única realidad no se figura como un panorama atractivo) hace de nuestra identidad un proyecto ansioso que parece anhelar la desaparición del yo en el disimulo de una red masiva. Como referencia a esta dificultad, podemos ver la velocidad en la que redes sociales como Instagram ofrecen un corpus de perfiles con sugerencias sobre modos de ser que llegan de forma inevitable a suplir el interés que el algoritmo puede diagnosticar a partir de nuestras interacciones recurrentes.
En segundo lugar, la virtualidad promete dotarnos de todos los elementos necesarios para la realización del sujeto. Sin embargo, la sensación de compleción que supone solo es propia de los objetos. Esta es la razón por la cual el sujeto virtualmente realizado no puede conseguir la felicidad, pues lo permea un inevitable pánico al saberse objetivado. Revistas como la BBC han discutido cómo las selfies y los filtros de aplicaciones están fomentando un nuevo tipo de demanda en la cirugía estética. Los pacientes señalan cómo “un mentón definido, unos pómulos delineados y una nariz más recta” [6] pueden fijar su relación con los filtros promoviendo el fenómeno reciente del “Snapchat Dysmorphia” por el cual muchos usuarios de redes sociales se someten a intervenciones estéticas en obediencia a la imagen producida por su propio simulacro.
Llegados a este punto, podemos observar una aparente contradicción entre el determinismo de la técnica que señala Heidegger [7] y el espacio indeterminado que deja el borramiento de la distancia entre las antiguas categorías humanas (recordemos las mencionadas anteriormente). Sin embargo, dicha contradicción puede resolverse entendiendo que el contenido presente en las estructuras de los simulacros de realidad, esto es, en los escenarios virtuales, obedecen a una “reproducción e involución al infinito" [8] del propio discurso humano. El sujeto es interrogador y contestador automático de la máquina, al mismo tiempo. En este contexto, entenderíamos lo determinado como esta imposibilidad de descubrir algo nuevo en el ciberespacio, por ejemplo. Del otro lado, la apelación al espacio indeterminado que nos constituye obedece al “vértigo ansioso” [9] que deja la constante posibilidad de diseñar nuestro propio cuerpo (lo real) a partir de la imagen simulada. Es la abierta posibilidad de corregir sin fin, de sentir que nunca se llega a los límites tecnológicos que se nos ofrecen. Nuestra libertad, de este modo, se encuentra limitada y determinada por las posibilidades inscritas en los modelos de cuerpo y realidad que se nos proyecta desde la virtualidad. Los problemas éticos y con ellos, la constitución de nuestra identidad, se hallan en el espacio de lo indeterminado debido a las múltiples consideraciones que parecen no resolverse con la ampliación de las posibilidades humanas.
En síntesis, podemos reconocer que lo esencial en el ser humano no se halla ni en la creatividad, ni en la conciencia que tiene de sí mismo, ni en su complejo sistema emocional [10]. Parece que lo indeterminado es el criterio que condiciona nuestra naturaleza: siempre estamos abocados a la posibilidad de definirnos imprimiendo diferentes elementos inscritos en códigos reales o imaginarios. Sin embargo, la evidente crisis de identidad humana que está dejando rastro en un vasto cúmulo de discursos filosóficos deja ver una urgencia que tenemos por recuperar espacio para lo real, lo concreto y lo íntimo (en respuesta a lo hiperreal, lo líquido y lo transparente, respectivamente) [11]. Así pues, la garantía aparente que tenemos de constituirnos en estas esferas se encuentra en la renuncia a la objetivación violenta de los discursos virtuales y, del mismo modo, al abrazamiento del propio vacío. Este espacio para el vacío —como condición indeterminada del sujeto— debe apelar a la búsqueda y al deseo como herramientas para constituirse fructuosamente. Cabe señalar que, respondiendo a las ideas anteriormente expuestas, dicha búsqueda no puede resolverse en la interacción autorreferencial con la simulación de nuestra realidad.
Es interesante ver cómo, de forma intuitiva, los discursos que sustentan el hilo argumentativo de películas como Yo Robot y El Hombre Bicentenario [12] se apoyan en esta premisa. Ambos largometrajes responden, desde una perspectiva antropológica, a la pregunta por la naturaleza esencial del ser humano. Al sugerir implícitamente que un objeto se comporta como igual y constante en cuanto es artificial, defienden paralelamente al sujeto como aquel que se diferencia, es reconocido y posee identidad: el sujeto ordena, mientras que el objeto recibe órdenes. Así, se revela que un sujeto constituido y autodeterminado puede ser considerado humano en la medida en que actúe su libertad. Aquel que busca su propio camino por la vía del deseo, es el que obedece a su condición humana.
—Laura Espinal, 2024.
Notas:
[1] Es importante hacer hincapié en el uso del término “decididamente” debido a que los intentos por borrar las fronteras entre los escenarios o entes mencionados en el texto son explícitos. No en vano poseemos agendas políticas que promueven la posibilidad de adscribirse a cualquier género y propuestas artísticas que buscan retar los límites con el público a partir de la ruptura de la “cuarta pared”, por ejemplo.
[2] En cuanto sea posible hablar de su existencia.
[3] La Travesía. (2022, 28 de junio). Introducción a Jean Baudrillard - De la lógica del Consumo a la Simulación y lo Hiperreal. https://www.youtube.com/watch?v=CoEzm42K6O8&ab_channel=LaTraves%C3%ADa
[4] Ruiz, M. (2015). La naturaleza social del hombre. Colecciones UPB.
[5] Baudrillard, J. (2000). Pantalla total. Editorial Anagrama. P. 206-207.
[6] BBC Mundo. (2018, 23 de abril). “Dismorfia de Snapchat": el fenómeno por el que cada vez más pacientes de cirugía estética aspiran a parecerse a sus propios selfies con filtros. BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-43864965
[7] Sobre este determinismo instrumental de la técnica, Heidegger, M. (1997). La pregunta por la técnica. Editorial Universitaria S. A.
[8] Baudrillard, J. (2000). Pantalla total. Editorial Anagrama. P. 206.
[9] Ibid.
[10] Muchos animales no humanos han demostrado comportar cada uno de estos atributos.
[11] En referencia a la filosofía de Zygmunt Bauman y Jean Baudrillard.
[12] Para ver las escenas particulares que se tomaron en esta reflexión, visitar DC & Marvel. (2004). Yo, Robot. Escena final. https://www.youtube.com/watch?v=a5Iysd3xrqU&ab_channel=DePel%C3%ADculaPredicci%C3%B3n
y Columbus, C. (1999). El hombre bicentenario. Escena final. https://www.youtube.com/watch?v=0j0jDRC7mtU&t=35s&ab_channel=Moisaso
Referencias bibliográficas:
Baudrillard, J. (2000). Pantalla total. Editorial Anagrama.
La Travesía. (2022, 28 de junio). Introducción a Jean Baudrillard - De la lógica del Consumo a la Simulación y lo Hiperreal.
Ruiz, M. (2015). La naturaleza social del hombre. Colecciones UPB.
BBC Mundo. (2018, 23 de abril). “Dismorfia de Snapchat": el fenómeno por el que cada vez más pacientes de cirugía estética aspiran a parecerse a sus propios selfies con filtros. BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-43864965
Heidegger, M. (1997). La pregunta por la técnica. Editorial Universitaria S. A.
DC & Marvel. (2004). Yo, Robot. Escena final.
Columbus, C. (1999). El hombre bicentenario. Escena final.
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